El misterio de judíos y gentiles
fundidos en una sola nación

Por tanto, acordaos que en otro tiempo vosotros los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisos por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.

Que en aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadania de Israel, y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derrivando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.

Y vino, y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesúscristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un Templo Santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu.

( Ef. 2: 11-22 )

Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyéndo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos, y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa de Cristo Jesús por medio del evangelio.

( Ef. 3: 1-6 )